jueves, 3 de junio de 2010

El viento y el sol modelan Marte

Los dos últimos estudios sobre Marte han resuelto 40 años de misterio en torno a los casquetes polares del planeta rojo. El descubrimiento de una serie de hoyos en espiral en la superficie y de un Chasma Boreal, un gran cañón que corta el polo norte del planeta, evidencian un cambio climático desconocido hasta el momento.

Según la investigación llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Texas (EEUU) encabezado por Isaac Smith y John Holt, ambas formaciones se atribuyen a la acción conjunta del viento y el sol.

Hasta ahora se habían apuntado muchas hipótesis sobre cuál sería la composición del planeta rojo, pero estaban limitadas a la observación de la superficie. En esta ocasión los científicos han utilizado la información recopilada por dos radares en órbita capaces de averiguar la composición de las capas de depósitos más profundas, para descifrar así el modelo más probable.

Además, el estudio ha revelado que la creación de estos hoyos se debe a la combinación de materiales depositados y a la erosión producida por el viento y el sol. Una vez formados, estos hoyos se desplazaron hacia los polos y se elevaron unos 600 metros de altura a lo largo de un periodo de dos millones y medio de años.

En un segundo estudio, el mismo equipo utilizó la información del Orbitador de Reconocimiento de Marte ('Mars Reconnaissance Orbiter') para demostrar que la creación del Chasma Boreal se debió -más que a cataclismos, desplazamientos de hielo o fuertes erosiones- a procesos de deposición a gran escala y a largo plazo.

Con los datos obtenidos por radar, los científicos son capaces de diseccionar la capa de hielo en varias partes, como si fuera una cebolla.

A partir de la información recabada, algunos investigadores sugieren que estas formaciones podrían haber surgido por el calor volcánico del planeta que derritió las capas más profundas del bloque de hielo. Otros, sin embargo, apuntan a que estas formaciones, incluidas las depresiones espirales, surgieron a partir de fuertes vientos polares, llamados 'katabatics', que tallaron el cañón o esas formas en el hielo.

martes, 1 de junio de 2010

Fósiles de plantas de hace 100 millones de años

La Universidad de Zaragoza (UZ) ha colaborado con las universidades de Vigo, Barcelona y Lyon en el descubrimiento de una planta del Cretácico inferior de la familia de los nenúfares llamada 'Ploufolia cerciforme' de más de 100 millones de años de antigüedad. El hallazgo recibe su nombre en homenaje a la localidad turolense de Plou, donde fueron encontrados los restos fósiles, y ha sido difundido en la publicación científica 'Review of Paleobotany and Palynology'.

Este descubrimiento ha sido posible gracias a las investigaciones de los profesores doctorandos Luis Miguel Sender, Uxue Villanueva Amadoz y del profesor titular de Paleobotánica, Javier Ferrer.

Según indicó Luis Miguel Sender, conservador del Museo Paleontológico de Zaragoza, en declaraciones a Europa Press, el hallazgo supone la demostración de que ya existían plantas angiospermas (con flores) relacionadas con los nenúfares en el Cretácico, hace 135 millones de años. 

El yacimiento en Plou lleva estudiándose desde el año 2004, aunque la investigación de plantas del Cretácico en Teruel se remonta a los años noventa, explicó Sender. Sólo unos pocos lugares en el mundo poseen yacimientos que conserven fósiles de angiospermas primitivas. Los yacimientos de Paleobotánica encontrados en Teruel "se encuentran a la altura de los de Estados Unidos, Rusia o Centroamérica y deben sus excepcionales condiciones de conservación a la buena exposición de los materiales sobre el terreno que se da en esa provincia aragonesa".

Las hojas de 'Ploufolia cerciforme', junto a otras plantas fósiles provenientes de yacimientos de la provincia de Teruel, pueden admirarse en la muestra 'Plantas fósiles del Cretácico aragonés', ubicada en la Sala Lucas Mallada del Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza, en la primera planta de la Facultad de Geológicas. 

jueves, 27 de mayo de 2010

Nectocaris pteryx, un enigmático fósil antepasado del calamar

Un animal que vivió hace 500 millones de años y no fue descubierto hasta hace un siglo en el yacimiento de Burgess Shale (Canadá) ha sido ahora identificado como uno de los más primitivos moluscos cefalópodos, antepasado del calamar, el pulpo y la sepia. El Nectocaris pteryx es un carnívoro que fue considerado como una gamba con cola cuando sólo se conocía un ejemplar, y que no fue descrito hasta 1976. Sin embargo, hace tres décadas se reabrió este tesoro paleontológico, que guarda las huellas de la fauna marina de cuerpo blando surgida en la explosión del Cámbrico, y los investigadores han dispuesto de otros 91 especímenes para estudiar y han concluido que es un molusco. Así lo publican los paleontólogos canadienses Jean-Bernard Caron y Martin R. Smith en Nature.

Este primitivo animal vivió hace hace 500 millones de años, en el periodo del Cámbrico medio y durante décadas el único especimen que se conocía fue un misterio para la ciencia.

La investigación de Jean-Bernard Caron y Martin R. Smith, ambos de la Universidad de Toronto (Canadá), lograron identificar la especie entre la inmensa colección de criaturas encontradas en el famoso yacimiento de Burgess Shale, en el que se conservan fósiles de organismos de cuerpo blando que evolucionaron en un periodo de explosión de la vida en el planeta.

Durante los últimos 30 años, conservador jefe de las colecciones del Museo Real de Ontario, Desmond Collins, ahora jubilado, se dedicó a recoger hasta 91 nuevos fósiles del 'Nectocaris' en un lugar llamado Walcott Quarry.

Estos nuevos restos, que tienen entre dos y cinco centímetros de largo, permitieron a Caron y Smith descubrir que se trataba de uno de los primeros cefalópodos, retrasando su origen al menos 30 millones de años.

El 'Nectocaris' tiene un cuerpo aplatastado con forma de cometa, con dos enormes ojos y dos largos tentáculos que, según los investigadores, le ayudaban a buscar y comerse a sus víctimas. En 'Nature', donde publican su trabajo esta semana, sugieren que nadaba gracias a sus dos grandes aletas laterales y que tenía en la cabeza una especie de sifón con forma de embudo para acelerarse durante su locomoción.

Pero una de las características más llamativas es que no tenían caparazón mineralizado, lo que supone que el primitivo ancestro de este grupo era una criatura similar a los modernos nautilus o a las extintas amonitas.

Smith recuerda que durante mucho tiempo se pensó que los cefalópodos evolucionaron en el Cámbrico tardío, después de que aparecieran los caparazones que les permitían flotar. Sin embargo, en este caso se observa que podían nadar sin ayuda de estos caparazones, que habrían aparecido más tarde.

domingo, 23 de mayo de 2010

Nueva visión de M83, una galaxia espiral clásica

ESO ha dado a conocer uno de los retratos más precisos y detallados obtenidos hasta ahora de la galaxia cercana Messier 83. La imagen, captada con el instrumento HAWK-I del Very Large Telescope (VLT) de ESO en el Observatorio Paranal (Chile), muestra a la galaxia en luz infrarroja y demuestra el increíble poder de esta cámara.

La galaxia Messier 83 está ubicada a unos 15 millones de años-luz de distancia, en la constelación de Hydra. Su extensión alcanza más de 40 mil años-luz, sólo un 40 por ciento del tamaño de la Vía Láctea, pero en muchos sentidos es similar a nuestro hogar galáctico, tanto por su forma espiral como por la presencia de una franja de estrellas que atraviesa su centro. 

Messier 83 es famosa entre los astrónomos por su gran número de supernovas: las vastas explosiones con que mueren algunas estrellas. En el siglo pasado, seis supernovas fueron observadas en Messier 83, un número récord que ha sido alcanzado sólo por una galaxia más. Incluso sin supernovas, Messier 83 es una de las galaxias cercanas más brillantes que se pueden ver usando binoculares.

Messier 83 ha sido observada en la parte infrarroja del espectro usando HAWK-I, una poderosa cámara instalada en el Very Large Telescope (VLT) de ESO. Al ser observado en luz infrarroja, la mayor parte del polvo que oscurece a Messier 83 se vuelve transparente. El gas brillante alrededor de estrellas jóvenes y calientes, presente en los brazos espirales, también resalta menos en las imágenes infrarrojas. Como resultado, se puede observar mucho mejor la estructura de la galaxia, así como las vastas hordas de estrellas que la constituyen. 

Para los astrónomos que buscan cúmulos de estrellas jóvenes es importante contar con una visión clara, especialmente de aquellas estrellas escondidas en áreas de la galaxia donde hay polvo. Estudiar cada cúmulo de estrellas era una de las principales metas científicas de estas observaciones. Al comparar con imágenes previas, la aguda visión de HAWK-I revela muchas más estrellas en el interior de la galaxia.

sábado, 22 de mayo de 2010

El Hubble detecta una estrella que devora un planeta

Wasp-12 es una estrella normal, parecida al Sol, situada a unos 600 años luz de la Tierra, en la constelación del Auriga. A su alrededor gira un planeta que se descubrió en 2008, su masa es superior en un 40% a la de Júpiter y está tan cerca de su astro que cumple una órbita completa (un año) en poco más de un día terrestre. El planeta se llama Wasp-12b y dejará de existir dentro de 10 millones de años, el tiempo que la estrella tardará en devorarlo completamente. El proceso ya está en marcha, y el telescopio espacial Hubble lo ha detectado.

El proceso por el que un cuerpo estelar va robando materia de otro es conocido, pero hasta ahora se había visto sólo en parejas de estrellas (sistemas binarios), nunca tan claramente entre una estrella y un planeta a su alrededor. Sin embargo se había predicho algo así: hace sólo tres meses un científico de la Universidad de Pekín, Shu-lin Li, publicó en la revista Nature un trabajo en el que calculaba que la superficie de un planeta podría resultar distorsionada por la fuerza de gravedad de su estrella y que las fuerzas de marea calentarían su interior hasta el punto de provocar la expansión de su atmósfera. Esto es justo lo que ha descubierto ahora el Hubble, según informa el Instituto Científico del Telescopio Espacial. La atmósfera de Wasp-12b ha crecido hasta tres veces el radio de Júpiter y está trasfiriéndose a la estrella. El hallazgo se detalla en la revista Astrophysical Journal Letters

Al existencia del Wasp-12 se descubrió en un rastreo automático que mide ligeras caídas periódicas de la luminosidad de estrellas, lo que puede indicar que un planeta en órbita se cruza por delante en la línea de visión desde la Tierra. Es lo que se llama un tránsito, una de las técnicas ahora habituales para descubrir planetas extrasolares. Ahora el Hubble se ha ocupado de este caso, apuntando su espectrógrafo Cos, de alta sensibilidad en ultravioleta, y ha sido capaz de medir el ligero oscurecimiento de la estrella en el tránsito obteniendo información muy valiosa.

El análisis de la luz ha permitido a los astrónomos, dirigidos por Carole Haswell (Open University, Reino Unido) identificar las firmas de elementos como el aluminio, el estaño y el manganeso especialmente pronunciadas durante el tránsito, lo que indica que están presentes en la atmósfera del planeta y que está ya muy caliente y extendida. Además, gracias al Cos, los astrónomos han logrado medir con alta precisión cuánta luz de la estrella resulta bloqueada cuando pasa el planeta por delante y han calculado el radio de este último. El resultado es que su exosfera está ya mucho más extendida de lo que correspondería a un planeta con una masa igual a 1,4 veces la de Júpiter. El radio de Wasp-12b supera la frontera gravitacional más allá de la cual la pérdida de materia de la atmósfera es irreversible. A partir de ahí es cuestión de tiempo, 10 millones de años, para que el astro se trague completamente el planeta.

sábado, 15 de mayo de 2010

Un sistema para calcular con precisión la edad de las estrellas

Un equipo de científicos, algunos de ellos de varios centros de investigación españoles, ha encontrado la clave para datar la edad de las estrellas enanas blancas del cúmulo galáctico NGC 6791, que ahora podrán ser usadas como "cronómetros fiables" para determinar el nacimiento de otros sistemas.

La investigación ha demostrado que la edad de las estrellas blancas estudiadas -situadas a una distancia de 13.300 millones de años/luz- es de 8.000 millones de años y no de 6.000 millones, como se creía, una diferencia hallada por medio del análisis de la sedimentación de los elementos químicos más pesados y la cristalización de materiales del interior de la estrella.

Estos procesos han permitido calcular con precisión la edad, gracias a la comparación entre los cálculos hechos por los investigadores, con las medidas del cúmulo realizadas con imágenes del telescopio espacial Hubble, y que han comprobado que coinciden, según explicó Enrique García-Berro, investigador del Departamento de Física aplicada de la UPC y director de esta investigación que se publica el jueves en 'Nature'.

La tesis doctoral de García-Berro de 1987 ya apuntaba una hipótesis, en la que ha profundizado este trabajo internacional, de que las enanas blancas pueden servir para fijar la edad de la Vía Láctea, o de agrupaciones de estrellas que hubieran nacido más o menos al mismo tiempo, una especulación que ahora se ha confirmado con unos modelos detallados de estos procesos.

"Este sistema es como una regla, permite calibrar mejor la edad, y esto se puede aplicar, por ejemplo, a la edad de nuestra galaxia -a la que ahora se otorga una antigüedad del orden de unos 10.000 millones de años- y calcular las edades de otros cúmulos", explica García-Berro, que apunta que el resto de galaxias están tan lejos que no se pueden ver las enanas blancas con los medios actuales.

La mayoría de las enanas blancas, formadas por un núcleo de carbono y oxígeno y que son consideradas como residuos -restos compactos de estrellas, fruto de la evolución estelar-, tienen en el momento de su formación niveles de temperatura y brillo muy alto, pero al no tener otra fuente de energía que la reserva térmica se enfrían gradualmente y disminuyen su luminosidad hasta que dejan de irradiar.

La enanas blancas han servido a la ciencia para estimar, desde el punto de vista teórico, la edad de la galaxia y otros sistemas de estrellas, aunque la poca concreción de las hipótesis que se barajaban era muy grande, ya que no se podía probar los fenómenos de densidad y temperatura producidos en el interior de las estrellas, imposibles de reproducir en laboratorio.

Esta investigación ha demostrado mediante la simulación toda la evolución de las enanas blancas. Se han incluido los dos procesos físicos que tienen lugar en el núcleo de estas estrellas y que nunca se había tenido en cuenta, en concreto la sedimentación del neón y la separación de fases del carbono y el oxígeno durante la cristalización, que sucede a temperaturas más bajas.

En estas dos etapas de la evolución, la estrella libera energía gravitacional y el enfriamiento se ralentiza. Como las enanas blancas más débiles del cúmulo son también las más rojas y frías, si se dispone de buenos modelos de medición del enfriamiento se puede calcular la edad del cúmulo.

Los expertos han calculado los colores y el brillo de las enanas blancas del cúmulo y han podido comprobar que en las más débiles, los efectos de estos procesos físicos retardan el enfriamiento de forma que la edad del cúmulo y de las enanas blancas coinciden.

Los resultados de esta investigación abren el camino "para profundizar en el conocimiento del universo", explican sus autores, entre los que hay también científicos del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC, la Universidad Nacional de la Plata (Argentina) y la Liverpool John Moores University.

"Ahora hay que aplicar esta investigación a otros sistemas estelares y ver que efectivamente sirve para predecir las edades de forma correcta, o para ver si hay fuentes adicionales de energía en el interior de estrellas, o utilizarla para conocer si la constante de la gravitación varía con el tiempo, un abanico de posibilidades", concluye García-Barro.

viernes, 14 de mayo de 2010

La NASA descubre surcos de hielo con apariencia luminosa en Titán

La sonda de la NASA Cassini-Huygens -un proyecto conjunto de la NASA, la ESA y la ASI- ha descubierto que la región de Xanadu, en la luna de Saturno Titán, se encuentra pavimentada con millares de bolas de hielo de apariencia luminosa ya que han sido pulidas por las tormentas que se producen en la zona.

Científicos de la NASA han explicado que el terreno está surcado por numerosos canales en los que se encuentran esferas 'luminosas' de varios centímetros que pueden alcanzar hasta los dos metros de diámetro, detalla la agencia estadounidense.

Estas esferas -localizadas por la sonda Huygens de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), cerca de la zona fronteriza entre Adiri y las regiones de Shangri-la- proceden probablemente de un lecho de rocas ubicadas en el terreno más alto de Xanadu.

En principio, las esferas están formadas, entre otros elementos, por amoníaco, capaz de reflejar la luz exterior. En cuanto a su formación, los expertos creen que son el resultado del choque de la arena contra las rocas de metano. Además, las bajas temperaturas que se registran en Titán contribuyen a la deformación y fractura de las mismas.

En palabras de uno de los expertos del Laboratorio de Propulsión de la NASA en California (EEUU), Alice Le Gall, "las esferas tienen la apariencia de las rocas pulidas que se encuentran en los ríos de la Tierra, donde el agua allana sus bordes".

Los científicos creen que, al igual que las lluvias torrenciales que hay en la Tierra, en Titán se produjeron precipitaciones de metano líquido y etanol que erosionaron la superficie del satélite provocando una serie de canales 'brillantes' en el sur de Xanadu. Asimismo, equipararon algunos de los sucesos atmosféricos que se producen en Titán con los de la Tierra ya que han sido capaces de registrar diferentes estaciones.